Si bien la influencia de los inmigrantes se ha hecho sentir en la última década, hay sectores sensibles como el de servicios, la agricultura, construcción y minería, donde muchas veces se requiere de un cambio cultural. Si bien -según los presidentes de los gremios- el aporte de los migrantes es positivo, se deben hacer cambios en la legislación y en la idiosincracia para mejorar la adpatación.
Una de las principales motivaciones que tienen los migrantes que han llegado en la última década a Chile es una mejora económica y empleabilidad. Por esto, es clave entender la forma en que las empresas los reciben, especialmente cuando se trata de mano de obra que trabaja en sectores tan variados como la construcción, agricultura, industria o minería.
La encuesta Casen 2015 da cuenta del aumento de la población inmigrante en Chile, ubicándonos hoy dentro de los países cercanos a la tasa mundial promedio de 3%. Conscientes de los desafíos que se presentan para el país y las empresas frente a la nueva realidad migratoria, la CPC ha realizado consultas entre algunas empresas para conocer qué están haciendo al respecto. Alfredo Moreno, presidente de la CPC, señala que las empresas que han incorporado inmigrantes consideran que en muchos casos han resultado ser un aporte. “Algunos efectos positivos que las empresas destacan son el valor de una mayor diversidad de perspectivas, conocimientos y experiencias, que enriquece el ambiente laboral”, asegura.
Moreno agrega que frente a esta nueva realidad, algunas empresas “están desarrollando estrategias para informarse y proceder de manera flexible y adecuada en la contratación de extranjeros”. De acuerdo a consultas realizadas por la CPC, en muchos casos las empresas sensibilizan a los trabajadores con el objetivo de poner en valor la diversidad cultural y el respeto a la diferencia.
La realidad es incuestionable. La solicitud de visas ha aumentado considerablemente en los últimos años. Además si se ve en detalle en qué zonas del país se encuentran, queda claro que está acorde con zonas de desarrollo. Por ejemplo, según datos de Extranjería del 2011 al 2015 un 77% de los peruanos han solicitado visas en la Región Metropolitana. En cuanto a los migrantes colombianos, un 54,1% lo ha hecho en esta misma región, mientras que un 26,3% ha realizado la solicitud en la Región de Antofagasta. En cuanto a los bolivianos, la mayoría se concentra también en la II Región, siguiéndole la Metropolitana (21,4%) y Tarapacá (20,7%).
Según Hermann von Mühlenbrock, parte importante del crecimiento de la industria chilena se la debemos a los inmigrantes, tanto de trabajadores como empresarios (grandes, pequeños y medianos). “Han sido impulsores fundamentales de muchas áreas de la producción industrial y de servicios”, dice el dirigente gremial.
Por eso, para Von Mühlenbrock, el país debe dejar de mirar con recelo a los migrantes. “Si en cada momento hubiéramos mirado la supuesta amenaza que esos inmigrantes significaban para una determinada industria establecida en Chile, u observando con desconfianza si un trabajador extranjero amenazaba la fuente de trabajo de un chileno, no habríamos logrado todos estos avances que actualmente nos enorgullecen” y agrega: “Hoy debemos mantener esa actitud de apertura y no caer en la tentación de proteger sectores o discriminar a quien trae capitales, trabajo o, simplemente, ideas para desarrollarlas económicamente en Chile”.
Sector agrícola
Una de las áreas donde también ha influido la migración es en el sector agrícola. Desde el mismo trabajo en el campo, hasta la venta en ferias libres y centros de distribución y mayoristas (La Vega, Lo Valledor), pasando por todo el proceso productivo.
Al respecto, Ricardo Ariztía, presidente de la Sociedad Nacional de Agricultura (SNA), estima que es indudable el aporte de la inmigración. “Ha contribuido a disponer de más mano de obra para las faenas de cosechas. Lo que hemos visto, en general, es que han llegado personas esforzadas, dispuestas a ser productivas y trabajar con sus pares chilenos en un ambiente de respeto y armonía”.
Ariztía explica además que al principio, existía una lógica segregación entre chilenos e inmigrantes, algo que hoy “ya no es tema”, según indica. “Los trabajadores extranjeros se han ido insertando en la sociedad chilena de muy buena forma, contribuyendo a mejorar el ambiente laboral y la productividad en el agro”, plantea Ariztía.
Una visión similar tiene Ronald Bown, presidente de la Asociación de Exportadores de Frutas de Chile (Asoex). “Los inmigrantes están ocupando sólo los espacios que trabajadores nacionales -especialmente los jóvenes- no están interesados en ocupar. En particular, en los sectores rurales la mano de obra se hace escasa durante la temporada frutícola, pues algunos trabajadores chilenos prefieren emigrar a las ciudades aunque sus ingresos sean menores, pero donde las condiciones de trabajo son menos rigurosas (temperatura, horarios, entre otros)”.
Además, el dirigente gremial agrega que como resultado, “la inmigración ha tenido un impacto en las empresas frutícolas, tanto en el campo, como en los centros de embalajes”.
Cambios
Sin embargo, a pesar del optimismo, los presidentes de los principales gremios empresariales estiman que se deben hacer cambios. Por ejemplo, en Chile aún existen barreras legales, como es la norma que limita a un 15% la cantidad de trabajadores extranjeros que puede tener una empresa. “Valoramos el reciente dictamen de la Dirección del Trabajo que permite que dentro de este 15% se excluya al ‘personal técnico especialista’, como lo señala el mismo Código el Trabajo”, dice Alfredo Moreno.
Sin embargo, Hermann von Mühlenbrock advierte: “Si el Estado no toma un rol activo en el chequeo de los antecedentes de los que desean venir a Chile, o no existen reglas claras y no discrecionales sobre la posibilidad de expulsar inmigrantes que delinquen en nuestro país, no podremos evitar en el futuro cuestionamientos a nuestra política en materia de migrantes”.
Ariztía comenta que algo que le preocupa al sector es el aumento del número de indocumentados en el país. “En ese sentido, recomendamos a nuestros productores no contratar inmigrantes que no cumplan con las normas para trabajar acá”, dice el presidente de la SNA.
Por su parte, Ronald Bown explica que en el caso de la fruticultura, se requiere de modificaciones que permitan que el trabajo dé cuenta de las particularidades que provienen de la producción de un producto, que altera sus condiciones en virtud de los fenómenos meteorológicos, como son: la temperatura, las lluvias, las heladas, la sequía, entre otros. “En consecuencia, si aún no tenemos una legislación adecuada para los trabajadores nacionales, ésta también podría ser una deficiencia que se enfrentará a nivel de trabajadores extranjeros”, concluye Bown.
Fuente: El Pulso