En entrevista con el ex presidente del Banco Central, afirma que la principal falencia del Gobierno es su conducción política: “De decir para acá vamos y esto es lo que queremos hacer”.

Una visión crítica tiene el ex presidente del Banco Central, José De Gregorio, sobre la marcha del Gobierno. Sus principales dardos apuntan a la falta de visión política de la actual administración  y  de compromiso con el crecimiento. “Se trató de forzar un acuerdo entre grupos muy heterogéneos”, dispara al analizar la situación actual de la Nueva Mayoría. Pese a esta mala evaluación, su mirada hacia adelante es menos negativa. De hecho proyecta que el país puede crecer 3% en 2018 y descarta que esta elección presidencial sea la más importante de los últimos 30 años. Si bien a principios de la semana pasada apareció apoyando a la candidatura de Carolina Goic (DC), aclara que no se integrará al comando, sino que la asesorará de manera independiente.

Cuando llegó el Gobierno,  las autoridades económicas dijeron que el crecimiento del país iría de menos a más, sin embargo, terminó pasando todo lo contrario, ¿cómo se puede entender este magro ciclo para la actividad?

-El desempeño ha sido mediocre. La desaceleración económica ha sido muy prolongada. La economía chilena comenzó a desacelerarse a mediados del 2013 y ya llevamos cuatro años. Las causas son muchas, pero la primera es que Chile tiene escaso potencial de crecimiento y esto se debe a un problema de mucho más largo plazo y que es que la productividad lleva muchos años estancada.

Cuando se diseñó la Reforma Tributaria se dijo que no iba a tener efectos en la inversión ni en el crecimiento, ¿quedó claro que eso no era posible?

-Esto reveló falta de realismo en el análisis. Yo lo escribí en un documento de junio de 2014  que había costos, pero tampoco había que sobre dimensionarlos. Al final, cuando se hacen estas modificaciones, se busca lo mejor para el país, con más progreso, con más espacio de creación de valor. La idea es que los costos de corto plazo se compensen con beneficios de más largo plazo.

Algunos economistas de centro derecha han señalado abiertamente que faltó una postura más firme de economistas de la Concertación, incluido usted.

-Probablemente se cuestione exceso de moderación. Me pareció adecuado, cuando veía un debate tan poco serio, salir a tomar partido, sobre todo si queremos influir, y no estar en las barras bravas. En todo caso, el problema ha sido mucho más político. Ha fallado la conducción política de decir para acá vamos y esto es lo que queremos hacer. Se abrió la posibilidad de que cualquier reforma se podía hacer. Al Gobierno le faltó tener una visión del país que se quiere construir. Se satanizó el lucro. Me parece que una Reforma Tributaria era necesaria, pero no debió hacerse en un clima confrontacional que generó desconfianza.

¿Y esto pasó por la conformación de la Nueva Mayoría donde hay opiniones políticas bastante antagónicas?

-Eso es lo más probable que haya pasado. Se trató de forzar un acuerdo entre grupos muy heterogéneos. Yo creo en los acuerdos, pero a partir de las diferencias, no tratar de forzar acuerdos. Es un problema tratar de forzar homogeneidad que no existe. No funciona. Es mejor hablar y buscar acuerdos reconociendo que pensamos distinto para ver en qué cosas coincidimos y en qué no. El problema es que el programa se hizo entre cuatro paredes.

¿Eso se refleja en que no hay una única visión política y económica del Gobierno?

-Da la impresión que en el Gobierno han coexistido dos almas. Una que apunta a empujar el crecimiento, combinado con equidad, pero sigamos manteniendo los fundamentos centrales de nuestra economía. Y otra que dice explícitamente que todo lo que hicieron los gobiernos anteriores fue simplemente continuar con un modelo que no corresponde, y eso es una diferencia de diagnóstico tan profundo que genera dudas y provoca incertidumbre. Eso explica en parte la crisis de la Nueva Mayoría.

Algunos economistas han señalado que la elección presidencial de 2017 es la más importante de los últimos 30 años, ¿comparte ese juicio?

-Todas las elecciones son importantes. Obviamente hay gobiernos que serán mejores que otros, pero lo importante es que la mayoría va a decidir. Chile es un país institucionalmente serio. Chile no se juega la vida en una elección presidencial. Chile es un país que ha corregido muchas imperfecciones, por ejemplo, en temas de financiamiento de la política. Hay temores, pero hay que creer en la fortaleza de Chile.  No hemos llegado a los actuales niveles de ingreso por pura casualidad.

Ciclo de la inversión 

Usted ha señalado que para mirar la evolución de la inversión en Chile se debe comparar con la de países mineros y esa no es tan distinta a la chilena ¿Cómo explica este período de cuatro años de caídas?

-La inversión minera es bien difícil compararla, porque Chile es uno de los pocos países que tiene desagregado el comportamiento de la inversión minera. En Chile los datos que he visto es que es de las más altas como porcentaje del PIB, por lo tanto, el ciclo depende más de ella, pero mirando los cambios son bastante parecidos. Este es un fenómeno global en países mineros después del boom del cobre.

¿Cuánto le atribuye los problemas internos de las reformas a la caída de la inversión?

– La inversión no minera en relación al PIB se ha mantenido constante, y crece lento. Lo que está pasando es principalmente un problema con la inversión minera, con la productividad y con la recuperación de las confianzas. En esto último ha influido la incertidumbre de las reformas. Lo que le ha faltado al país, y lo que ha mermado la confianza para la inversión es una falta de compromiso transversal del Gobierno con el crecimiento. Si bien ha habido avances en energía y economía, faltó decir que efectivamente vamos a hacer reformas, pero las bases de esta economía van a continuar.

¿El ministro Valdés hizo lo suficiente para contener la expansión fiscal o ve que tenía espacio para algo más y así evitar la rebaja en la clasificación crediticia?

-No sé si pudo hacer más o hacer menos. Lo que sí está claro es que los resultados nos dejan en una situación más compleja, donde los espacios fiscales se van reduciendo. Uno debiera preguntarse dado la actual situación qué hubiera pasado con una política fiscal más restrictiva. En segundo lugar, cuánto nos estamos rigidizando en términos de gastos limitando el espacio para nuevas iniciativas. Ahora también uno debiera preguntarse si no hubiera estado el ministro Valdés como habría sido la situación. Y creo que hubiera sido mucho más complicada.

“El Banco Central ha bajado la tasa de interés con falta de convicción”

Usted fue uno de los primeros en decir en octubre del año pasado que el Banco Central debía tener un rol más activo bajando la tasa de interés, si bien la ha reducido en 100 puntos base, ¿Cómo evalúa su actuar?

-Lo dije en un momento en que el Banco Central había anunciado que iba a mantener la tasa de interés estable. Dada la fuerte desaceleración y la falta de indicios de una recuperación de la economía era probable que la inflación cayera más allá de lo que se esperaba. Y eso fue lo que tuvimos. Una sorpresa en materia de menor crecimiento y menor inflación y esto daba un espacio para bajar la tasa de interés, por lo que esperaba que el relajo monetario empezara antes. La irrupción de (Donald) Trump en Estados Unidos enturbió los mercados, pero no debió haber afectado a la autoridad monetaria. El recorte comenzó en enero, tarde.

¿Por qué cree que el Banco Central actúo así?

-Hubo exceso de ponderación de los riesgos inflacionarios. Y eso se sigue viendo hasta hoy, donde vemos que el Banco Central ha bajado la tasa con falta de convicción. Baja un mes, después no. Es mejor bajarla de una vez y cerrar el ciclo. Ahora lo que ocurrirá es que el ciclo de alza también se va a demorar más, pues la recuperación ha sido muy lenta.

¿Cuánto espacio más tiene el BC para reducir la tasa de interés?

-No podemos descartar hoy día que en los próximos meses el Banco Central baje la tasa de interés. Probablemente tenga espacio para bajar una o dos veces más.

La minuta de la reunión de julio reveló que la decisión no fue unánime y que Pablo García votó a favor de bajar la tasa, ¿cómo se puede interpretar este voto? ¿hay una mayor divergencia al interior del Consejo?

-No me gusta referirme a la opinión de los consejeros. Obviamente la no unanimidad da información sobre las legítimas diferencias que se producen al interior de un cuerpo colegiado.

Programa de Guillier: “Propuestas provienen de una evaluación equivocada de los años 90”

El candidato presidencial de Chile Vamos, Sebastián Piñera, propuso rebajar la tasa impositiva a las empresas, ¿eso es responsable en estos momentos de estrechez fiscal?

-Va a tener un problema, porque dada la situación fiscal no hay espacio para bajar impuestos a no ser que haga recortes de gastos relevantes que en su primera administración no pudo hacer. Tal vez hoy día lo tenga más claro. Puede proponer una rebaja de tasas, pero mi impresión es que hay muy poco espacio para hacer algo de primer orden. Lo que he escuchado de volver a integrar el sistema y bajar en un par de puntos la tasa tiene costos fiscales, entonces la pregunta es cómo se financian esos menores ingresos.

¿Ellos dicen que será cerrando las exenciones tributarias y con crecimiento económico?

-Ya se han cerrado bastantes exenciones, no sé cuánto espacio más habrá. El crecimiento económico lleva consigo más necesidades de gastos, y por ello, la pregunta es dónde se saca el adicional. Nadie puede pensar que el problema fiscal en Chile se va a solucionar rebajando impuestos y que el crecimiento lo compensará. Por lo tanto, veo que son propuestas que no conocemos en su plenitud y fundamentos. Lo que sospecho que hay es una fuerte tensión al interior del comando de Piñera entre los responsables fiscalmente y los que quieren bajar impuestos sí o sí. Este es el problema tradicional que tienen los candidatos de derecha. Eso lo deben estar pensando, porque sería el mundo ideal bajar impuestos y tener más ingresos, pero eso no existe.

Prácticamente todas las candidaturas presidenciales han señalado que se debe simplificar el sistema, ¿deberá ser una prioridad?

-No me gusta, y lo dije desde el primer minuto. La integración parcial es injusta. Si uno quiere deshacerse de ella hay que pensar en cómo se reemplaza. A estas alturas cuando ni siquiera está en régimen la reforma no sé si hay espacio para mucha creatividad.

Sobre Alejandro Guillier, ¿qué opinión tiene de sus propuestas económicas?

-No he seguido los detalles, pero lo que sí me decepcionó es que los excelentes académicos más jóvenes que estaban trabajando en el programa y que iban a aportar una visión moderna de las políticas públicas, hoy día están más al margen. Viendo la discusión macro, me parece que parte importante de las propuestas provienen de una evaluación equivocada de lo que fue la experiencia de los años 90, en especial la primera mitad, y con una visión económica pre años 90. En economía hemos aprendido mucho en políticas públicas en los últimos años.

¿A qué se refiere específicamente?

-Fundamentalmente en los problemas de agencia e incentivos. Las políticas públicas en general no pueden ignorar todos los temas de incentivos que ellas tienen. Y estos se aplican tanto en las burocracias como en la participación del sector privado. También en materia de promoción de la competencia, de regulación financiera, y muchos otros temas.

Fuente: Pulso